Brexit - Reino Unido se prepara para salir de la Unión Europea

Bye bye Inglaterra

Como van indicando las encuestas, mañana por la mañana nos despertaremos con un Boris Johnson como jefe del ejecutivo inglés. Y desde la puerta número 10 de Downing Street, nos notificara que el 31 de enero abandonara definitivamente la unión europea. Con ese anuncio, los europeístas deben estar contentos, porque en realidad Inglaterra nunca concibió la Unión Europa, de hecho, en estos momentos cruciales del proyecto común, conviene más una Europa fuerte sin las campanadas del Big Ben.

Tras la Segunda Guerra Mundial, los países europeos continentales habían comprendido que la recuperación pasaba única y exclusivamente por la cooperación pacífica y la colaboración entre países. Alemania y Francia lideraron el nacimiento del proyecto europeo, Reino Unido, sin embargo, se quedó al margen. declinó la invitación a sumarse a la Comunidad Económica Europea en base a diversos motivos. Por un lado, su economía no había sufrido tanto durante la Segunda Guerra Mundial; por otro, la idea de un mercado común articulado en torno a diversos países europeos no parecía, entonces, tan atractiva como la Commonwealth y la constelación de colonias que habían sostenido la prosperidad del Imperio durante un siglo. Y ya desde entonces, el aislamiento de Europa era, una vez más, un deseo nacional.

Aprovechando la salida de De Gaulle “defensor de la no entrada de Inglaterra en Europa” y la llegada de Pompidou a la jefatura de Francia, se facilitó las negociaciones que permitieron a Reino Unido incorporarse a la comunidad europea en 1973 de la mano de un gobierno conservador encabezado por Edward Heath. Esta entrada significó para el país una oportunidad de oro para relanzar la economía británica sin que la soberanía política del país se viera amenazada.

Dos décadas más tarde, se constituye la Unión Europea tal y como la conocemos hoy, con el expreso propósito de profundizar en la construcción federativa con un proyecto económico y político. Esto último resultaba intolerable para los conservadores británicos, y en las negociaciones de Maastricht obtienen varias cláusulas opt-out. De nuevo, el Reino Unido se convierte en una anomalía quedando al margen de gran parte de las políticas comunes que definían la construcción comunitaria en los años posteriores: moneda, gobernanza, fronteras.

Hoy en día, la unión europea tiene grandes retos, como el desafío del cambio climático, la agenda digital y ciberseguridad, repensar las relaciones transatlánticas, estructurar un nuevo plan África, preservar el sistema de la OMC sin perjudicar el mercado interior, completar la unión monetaria y, por último, la seguridad exterior. Tareas nada fáciles que no requieren de la presencia de Inglaterra para llevarlas a cabo.

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