Acuerdos de Abraham

El 15 de septiembre de 2020 las cifras sobre la Covid-19 no fueron la primicia del día. Ese martes estaba sucediendo un hecho que no dejó indiferente a nadie: en la Casa Blanca, sentados en una misma mesa, el ministro de Relaciones Exteriores de Bahrein, Abdullatif Al Zayani, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, el ahora ex presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el ministro de Relaciones Exteriores de Emiratos Árabes Unidos (EAU), Abdullah bin Zayed, firmaban los Acuerdos de Abraham.

Los históricos Acuerdos de Abraham sellaban la normalización de las relaciones diplomáticas entre el estado de Israel, Emiratos Árabes Unidos y Bahrein. Estos últimos se unen, de esta manera, a un grupo al que ya pertenecían Egipto (1979) y Jordania (1994).

Estos acuerdos también cuentan con el buen visto de Bahréin y Marruecos.

Las reacciones fueron inmediatas:

«Superemos cualquier división política. Dejemos todo el cinismo a un lado. Permitámonos sentir en este día el pulso de la historia. Cuando la pandemia haya desaparecido, la paz que hacemos hoy perdurará», afirmó Netanyahu.

«La búsqueda de la paz es un principio innato. Sin embargo, los principios se realizan de manera efectiva cuando se transforman en acción. Hoy ya estamos presenciando un cambio en el corazón de Medio Oriente, un cambio que enviará esperanza a todo el mundo», expresó Abdullah bin Zayed Al-Nahyan.

Desde el partido Democrático de Estados Unidos (actualmente en el gobierno) surgieron voces disidentes con estos acuerdos: “Lo que corremos el riesgo de hacer aquí es impulsar una carrera armamentista. Hoy podemos vender los F-35 y los MQ-9 a los EAU, pero los saudíes lo van a querer, los qataríes ya lo han solicitado, y eso solo alimenta el interés de Irán en continuar desarrollando su propia programación militar», argumentó el senador demócrata Chris Murphy en Diciembre.

Para entender un poco más las incidencias y el impacto de estos acuerdos, he querido compartir algunas reflexiones:

La importancia de los acuerdos de Abraham

Considero que la etiqueta “históricos” es precisa a la hora de describir los Acuerdos de Abraham. Desde su fundación en 1948, Israel solo había podido establecer relaciones diplomáticas con dos países de la zona (Egipto, 1979. Jordania, 1994). Han tenido que pasar 26 años para poder ampliar esta realidad. Hoy en día, ya no son solo cuatro países en la zona los que reconocen a Israel, a este grupo también se le han sumado Marruecos. 

No es difícil proyectar que las relaciones comerciales, militares y sociales entre estos países crecerán exponencialmente.

En mi criterio, los Acuerdos de Abraham han impulsado la creación de un club exclusivo que juntaría a países de Oriente Medio, Asia y África, marcando un camino en la zona completamente diferente a lo que se había visto hasta ahora.

¿Qué significa para Israel?

Desde los años 70, Israel y los países del Golfo han tratado de activar cierto tipo de relaciones. Bien son conocidas las colaboraciones a nivel político y militar entre Israel y algunos países árabes, pero jamás se había logrado un reconocimiento oficial de estas relaciones. Por tanto, los Acuerdos de Abraham representan la culminación de años de trabajo de la diplomacia israelí en su búsqueda por mejorar su situación en la zona.

Las relaciones que antes eran encubiertas, ahora se desarrollarán de forma abierta y directa entre estos países.

A nivel político, estos acuerdos muestran un avance importante en la búsqueda de estabilidad en la zona. En lo social, estos acuerdos reflejan un entendimiento entre dos religiones históricamente enfrentadas; es decir, los vecinos han entendido que se tienen que llevar bien sí o sí. Finalmente, en lo económico, no es difícil intuir que el potencial tecnológico de Israel y la riqueza energética (Petróleo) de los países del Golfo pueden generar una combinación altamente exitosa y rentable.

Los países árabes participantes

Estos acuerdos significan un cambio radical en Oriente Medio. Por décadas, los países de la zona habían mantenido aislado al Estado de Israel. Actualmente, este escenario ha cambiado y con la creación de este nuevo bloque de aliados, se podrán generar instancias importantes para disminuir la inestabilidad en la zona.

Los Acuerdos de Abraham impactarán el mundo árabe, más allá de los territorios de los países participantes. Estos acuerdos marcan una evolución no solo en Oriente Medio, sino en el norte de África y en Europa oriental. Muchos analistas coinciden en que es cuestión de tiempo para que más países se sumen a este club.  

A su vez, está quedando de manifiesto que el sentimiento de solidaridad panarabista está en declive. El escritor Ed Husein ha explicado en varios artículos que los estados árabes, especialmente los del Golfo, están empezando a crear sus propios perfiles nacionales. En estos nuevos perfiles, el odio a Israel y los judíos no existe, no tiene espacio ni sentido. No necesitan un enemigo unificador.

De hecho, el nombre elegido para el pacto, “Acuerdos de Abraham”, transmite un fuerte mensaje simbólico. Abraham como padre común de los judíos y árabes; sociedades que pasan de ser enemigas a hermanas.

¿Y Palestina?

Considero que los Acuerdos de Abraham no cambian la esencia del conflicto israelí-palestino, pero sí cambia profundamente las formas. Esta disputa ya no solo se trata de un asunto entre dos países, sino que involucra a todo Oriente Medio. Desde Israel se ha manifestado abiertamente que la salida al problema con Palestina pasa por mejorar las relaciones con todos los países de la zona.

El tablero está cambiando. No solo Bahrein, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita están impulsando estos acuerdos, El Reino de Marruecos, que preside el comité Al-Quods, se ha sumado también a este nuevo escenario diplomático.

En general, estos países árabes han dejado entrever que la única solución al conflicto israelí-palestino pasa por un entendimiento: reconocer al Estado de Israel, reconocer a Jerusalén como capital internacional multicultural, propiciar un verdadero alto al fuego que permita que las religiones y las culturas interactúen.

La clave de estos acuerdos es la convivencia.

Por ejemplo, para lograr la firma de estos acuerdos, Israel ha prometido a los Emiratos Árabes Unidos que no se anexarán formalmente ninguna tierra de Cisjordania”.

¿Se sumarán otros países?

De momento, los Acuerdos de Abraham han sido firmados por Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Marruecos; también ha habido un acercamiento de países como Sudán y Omán. Independientemente de las reacciones, estos acuerdos van a trazar el futuro de la región.

Así como en el siglo pasado vimos el nacimiento de clubes como la Unión Europea o la Otan, en la actualidad veremos el surgimiento del club de los Acuerdos de Abraham, el cual podrá generar cambios profundos en Asia, Europa y África, especialmente en temas de convivencia.

La convivencia religiosa, económica y social.

Europa y los Acuerdos de Abraham

Europa está obligada a enmarcarse en un perfil. Estados Unidos ha ganado una importante batalla diplomática al convertirse en el mediador que logró la firma de estos acuerdos.

Históricamente, los sucesos de Oriente Medio impactan en Europa. Por tanto, es crítico que se genere un perfil sólido que, además, apoye las resoluciones de estos acuerdos. Europa tiene mucha experiencia en temas diplomáticos y de relaciones políticas, sociales y económicas; por tanto, podría cumplir un rol importantísimo, mediante un acompañamiento directo a este club.

Si bien estos acuerdos fueron desarrollados por la Administración Trump, la cual no manejaba las mejores relaciones con la región, hoy en día Europa tiene la oportunidad (aprovechando que una nueva administración está al mando del gobierno estadounidense) de apoyar los Acuerdos de Abraham y jugar en línea con lo que se está haciendo ahora mismo.

¿Qué representa para el futuro del mundo este acuerdo?

Los Acuerdos de Abraham son el futuro. El cambio que está trayendo es indiscutible. A nivel internacional, la mayoría de los grandes conflictos históricos han sido producto de diferencias políticas, sociales, religiosas, económicas… y actualmente vivimos en un mundo que entiende que la guerra es un desperdicio y una realidad (dolorosa) muy difícil de sostener.

Con base en estos fenómenos, los Acuerdos de Abraham están creando una plataforma capaz de sostener un cambio socioeconómico y geopolítico, sin contar la ejemplaridad que significa para futuros acuerdos internacionales. 

Para nadie es un secreto el poder que poseen Israel y los países del Golfo; una alianza puede suponer un empuje para Oriente Medio, Asia y Europa.

Algunas advertencias

La primera advertencia es obvia: hay que apartar el tema religioso de la discusión.

No se puede mezclar un acuerdo político y económico con temas religiosos. Los Acuerdos de Abraham se apoyan más en lo primero y segundo que en lo tercero. La paz entre Israel y los países árabes propiciará un relevante intercambio de inversiones, estrategias y know how. Esta oportunidad se puede traducir en crecimiento y mejoras en la calidad de vida de estas sociedades.

Una segunda advertencia: Israel tiene que asegurarse que sus cambios políticos no afecten la continuidad de los acuerdos.

Tercero: todos los países participantes en estos acuerdos deben comunicar con efectividad por qué están haciendo lo que están haciendo. Israel y los países árabes deben explicar con mucha claridad que estos acuerdos vienen a culminar años de lucha.

Las sociedades musulmanas deben ver estos acuerdos como una oportunidad de convivir en paz y estabilidad, no como una derrota. El conflicto siempre será un paso hacia atrás; la paz es un paso hacia adelante.

Marruecos

Marruecos está sumándose a una iniciativa muy relevante que, además, le provee beneficios directos. En negociaciones con Estados Unidos, han logrado que la Casa Blanca reconozca la soberanía de Marruecos sobre el Sahara; a cambio, Rabat ha firmado los Acuerdos de Abraham y, con ello, reconoce a Israel como estado independiente, lo cual le permitirá firmar acuerdos económicos y de cooperación.

Asimismo, la disposición de Marruecos es coherente con un sentir social. Históricamente, la comunidad marroquí ha sido cercada a la judía; Marruecos ha acogido a muchos judíos durante períodos complejos de su historia.

Mallorca

Los centros de interés para negocios e inversiones a nivel mundial se están desplazando y los grandes Hubs económicos están cada vez más cerca del mediterráneo. Con los Acuerdos de Abraham, Mallorca pierde como plataforma de enlace entre Marruecos e Israel, ya que durante muchos años todos los vuelos israelís hacían escala en Mallorca para partir hacia Marruecos.

Con el restablecimiento de las relaciones, los vuelos de Telaviv van directamente a Marruecos. ¿Sabrá Mallorca aprovechar la nueva situación en el Mediterráneo para convertirse en una plataforma estratégica y comercial?

Algunas conclusiones

Los Acuerdos de Abraham siguen dejando áreas grises. El aspecto más complejo está en el conflicto israelí-palestino, que ha traído reiteradas críticas de diferentes comunidades. 

Sin embargo, coincido con David Makovsky del Washington Institute para Oriente Próximo y Daniel Shapiro, embajador de Obama en Israel, quienes explicaron en un artículo publicado en The Washington Post: “La historia y el sentido común muestran que los estados árabes que mantienen relaciones diplomáticas con Israel juegan un papel más activo en el apoyo a las aspiraciones palestinas que los que no lo hacen».

Definitivamente, las formas del conflicto entre Israel y Palestina han cambiado y será fundamental ajustarse a los nuevos escenarios.

Por otra parte, hay mucha expectativa sobre las próximas decisiones de Joe Biden en temas de política exterior. Biden estuvo en desacuerdo con casi todas las medidas impulsadas por la Administración Trump; sin embargo, muchos analistas piensan que, pese al rechazo público de ciertas facciones del partido demócrata, el nuevo presidente de Estados Unidos revocará estos acuerdos.

A partir de esto, coincido con Jay Solomon del Washington Institute para Oriente Próximo, quien sugiere que Biden no debería desmontar los Acuerdos de Abraham, sino construir a partir de ellos. “Las sucesivas administraciones estadounidenses, durante más de 70 años, han hecho de la integración de Israel en el Medio Oriente una piedra angular de la política exterior. Ahora que está sucediendo, Washington no debería ser una barrera para su expansión, sino ser un agente de mejoramiento y ampliación. El presidente electo Biden tiene una posición única para dar forma a este nuevo Medio Oriente de la manera que mejor se alinee con los intereses de Estados Unidos”, concluye.

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