Europa – Rusia

Esta semana el presidente ruso, Vladimir Putin, anuncio que ha mantenido conversaciones telefónicas con Merkel y Macron, aseguró que entre otras cosas debatieron sobre la posibilidad de la compra de la vacuna Sputnik por parte de algunos países europeos.

Esta noticia llega después de que un estudio reciente ha demostrado que la vacuna Sputnik tiene una eficacia superior a la de Pfizer y Moderna, la vacuna rusa llega al 91,6% mientras las otras no superan los 90% de eficacia después de la segunda dosis. El retraso en la aprobación de la vacuna rusa por parte de la U.E es una piedra más en estas relaciones.

Según cifras de la BBC, el 70% del petróleo que exporta Rusia al mundo va a parar a Europa. Lo mismo ocurre con el gas: el 65% de su producción está destinada a los países europeos –que importan la mitad de la energía que consumen. Especialmente, destaca la dependencia cada vez más marcada de los países de Europa del Este y Europa Central. De igual manera, a Rusia tampoco le conviene perder el 54% de sus ingresos por exportaciones y resolver un problema más complicado: salir a buscar cómo financiar el 47% del presupuesto federal ruso que representan estas exportaciones, según informes publicados por los gobiernos de Rusia y de la Comisión Europea.

Desde 2014 con la Crisis de Crimea las discrepancias entre los dos bandos no han cesado y el tablero de juego se ha vuelto cada vez más incierto. El penúltimo asalto fue con la encarcelación del líder opositor Alexéi Navalni, quien deberá cumplir una condena de dos años y medio, a raíz de un proceso judicial iniciado en 2014. Al difícil panorama se suma la fuerte represión por parte de la policía rusa y la detención de más de 4 mil personas quienes exigían la liberación de Navalni. 

Por su parte, el Consejo de Europa amenazó con poner sanciones a las personas relacionadas con estos eventos. La respuesta rusa llegó muy pronto. El ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, se expresó de la siguiente manera: «No queremos aislarnos de la vida mundial, pero hay que estar preparados para ello; Si quieres la paz, prepárate para la guerra».

De esta forma, la Unión Europea está posicionada en una zona nada cómoda. Debe gestionar un conflicto no menor, a partir de una relación diplomática que lleva muchos años ya desgastada y que juega un rol estratégico para todos los países del continente. Además, los cambios geopolíticos que se están dando en el mundo actualmente, en Estados Unidos, Oriente Medio y Asia, están obligando a la Unión Europea a plantear un perfil claro sobre cómo se ajustará a estos cambios.

De cualquier manera, la fricción representa un problema que se agudiza en la actual carrera por obtener las vacunas contra la Covid-19. La vacuna Sputnik de los rusos podría representar una gran salida a la escasez de vacunas en Europa. Con lo cual, el problema de las relaciones diplomáticas puede adquirir un matiz más dramático. A Europa le conviene tener una vacuna cerca, que pueda llegar rápido y en masa.

La Unión Europea es consciente de sus desafíos y complicaciones económicas, políticas y militares -a las que actualmente se les sumaría el factor salud-. Nos guste o no, Europa necesita a Rusia. Por ende, es crítico que se generen posturas más estratégicas al respecto. Siempre convendrá más tener a Moscú como vecino/socio que como enemigo.

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