La semana pasada se celebró en Sochi una cumbre de alto nivel que pasó desapercibida para Europa. El Kremlin, capitaneado por Vladimir Putin se presentó en la cumbre respaldado por una galaxia de organizaciones privadas de mercenarios, oligarcas vinculados al sector de la minería y empresas estatales dedicadas al comercio de armas y a la energía atómica. El objetivo de Rusia es entrar en el continente africano por la puerta grande.
A la primera cumbre Rusia – África acudieron los líderes de 43 países, además de 10.000 hombres de negocios regionales. Estas cifras dan buena cuenta de las futuras ambiciones expansivas de Moscú en el continente. La cooperación militar y política ya está dando frutos, y lo está haciendo precisamente en estratégicos puntos geográficos cercanos a transitadas rutas de navegación hacia Europa. Hace un año, Eritrea y Rusia comenzaron la construcción de una base logística en un puerto eritreo; en mayo, Moscú firmo un acuerdo con el derrocado dictador de Sudán, Omar al Bashir, que permitirá a los buques de guerra rusos recalar en los puertos locales.
Al margen de la cumbre oficial, se firmaron jugosos contratos entre las empresas privadas y públicas rusas. Rosatom, el gigante público de la energía atómica, planea construir una central nuclear en Etiopía, Nigeria comprará 12 helicópteros de ataque Mi-35M y finalmente Sverbank, la caja de ahorros, firmo un acuerdo por el cual entrega 5.000 millones de dólares para facilitar las exportaciones rusas por parte de las naciones africanas. A todo esto, se le suma la condonación de gran parte de la deuda africana de la época soviética: 20.000 millones de dólares.
En esta cumbre Putin se presentó como el “gran hermano” que aspira a una nueva relación con África basada en la cooperación y una colaboración alejada las antiguas potencias coloniales “europeas”, asegurando a los mandatarios africanos que sus intenciones no consisten en despojar África de sus recursos, ni en dar lecciones de democracia. «Vemos cómo un grupo de países occidentales recurren a la presión, a la intimidación y al chantaje de naciones africanas soberanas», criticó Vladimir Putin.
Para que la cooperación económica realmente despegue, Rusia y África tendrían que ir más allá de grandes proyectos de negocio entre pequeñas y medianas empresas y entre ciudades y particulares. China e India están mas que consolidados en el continente. Europa y Estados Unidos, por lazos históricos y de cercanía geográfica, juegan con ventaja.