Una nueva primavera árabe

Con dos vuelos semanales y a una hora de distancia, nos encontramos en el noreste de África, un país tan cercano, pero al mismo tiempo lejos del interés isleño. El último referente que tuvimos de Argelia en nuestras islas fue el presidente de la asociación de argelinos en Balears, Noureddine Boulmelah, ganó las elecciones con el FNL y entró de diputado en el parlamento argelino.


El pasado martes, Abdelaziz Bouteflika, anunció su resignación provocando así una presidencia provisional de 90 días y que dirigirá el presidente de la cámara alta del parlamento: Abdelkader Bensalah, hasta que se celebren las elecciones. El final de los 20 años de reinado de Bouteflika marcó una nueva victoria para la protesta popular en la región. Pero lo que sucederá a continuación no está claro en un país que rara vez ha visto cambios políticos en la cima desde que se independizó de Francia en 1962.

Los manifestantes pacíficos de la nueva primavera árabe habían tomado las calles todos los viernes desde el 22 de febrero, sus números a veces en cientos de miles, sus lemas tan diversos pero unidos bajo la palabra cambio. Una de las frases que se ha hecho símbolo de las manifestaciones, es la de “ni camisas, ni barbas” un claro mensaje de desafío a los islamistas para que no se aprovechen de la ola. Y así en menos de seis semanas, habían obligado a Bouteflika a cancelar su oferta para un quinto mandato en el cargo y renunciar al poder definitivamente. La presión también había aumentado sobre el líder dentro de su propio régimen, el jefe del ejército argelino, Ahmed Gaïd Salah, fue el último en pedir la salida inmediata de Bouteflika.

Con el nuevo cambio político, se abren muchos interrogantes sobre el futuro de Argelia, su proceso de las elecciones, la postura de los islamistas alejados del poder, la capacidad del nuevo gobierno para satisfacer las demandas de las protestas, la relación de Argelia con sus vecinos “Marruecos y Túnez”, la nueva postura que adoptara el país en el conflicto saharaui.

A nivel económico, Argelia es miembro de la OPEP y produce alrededor de un millón de barriles de crudo al día, suministra más del 10 por ciento del gas natural de Europa, es el tercero en importancia después de Rusia y Noruega. Tiene capacidad para desarrollar nuevos campos de gas en tierra y alta mar. Sus grandes desafíos son la modernización y construcción de nuevas refinerías e impulsar la industria petroquímica. Todo esto queda sujeto al nuevo mapa político, la estabilidad social y la capacidad del nuevo gobierno para redactar una legislación que atraiga a los inversores extranjeros.

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