Decía Mario Benedetti en unos de sus artículos a principios de siglo: “en pleno 2000, no deben ser muchos que admitan y recuerden que el fútbol es primordialmente un juego”. Lo que está pasando estos días y está pasando los últimos años, es que el juego se ha convertido en una lucha ideológica.
Llegará un día que se enseñará en los colegios el término “Cataresía”. este término vendrá a referirse a la composición de racismo más envidia envuelto de una especie de hipocresía que se siente hacia un país diferente.
El mundial de este año nació mal. Se aprobó la adjudicación de la sede del mundial a un país con poca tradición futbolera, con un informe de evaluación de las instalaciones negativo y con flagrantes sospechas de soborno. Aquí el dedo, tenía que estar apuntando a la FIFA, la federación corrupta , que es la que cometió el fraude, lo defendió y lo mantuvo.
El próximo 16 de enero se celebra la final de la Supercopa de España. ¿Dónde se hace el evento más importante para el fútbol español? Pues en uno de los países más parecidos a nuestra democracia: Arabia Saudí. ¿dónde se ha celebrado el último mundial de 2018? En el país más respetuoso con los derechos LGTBI: Rusia. ¿Dónde consiguió nuestro gran Rafa Nadal su primera medalla olímpica? En las olimpiadas de Pekín. Es la capital de un país modélico en lo que se refiere al respeto de los derechos humanos.
Para hablar de derechos de los trabajadores: no hay que mirar muy lejos, tenemos los campos de fresa de Huelva denunciados por abusos laborales y sexuales. En nuestro país, este año, más de setecientas personas perdieron la vida en accidentes laborales. Aquí nadie boicotea el consumo de la fresa o vestir ropa fabricada en talleres clandestinos de los países pobres.
China, Rusia, y un etcétera de países son ejemplos de utilizar el “sportswashing” o la diplomacia deportiva con la excusa de la copa del mundo, los juegos olímpicos y grandes eventos deportivos anualmente; pero estas zonas del mapa, no estuvieron en el radar del boicot y las críticas. ¿y porque Qatar? Qatar es un país árabe, islámico y rico. Eso causa una gran “Cataresía” que se nota en los debates, en la calle y en casi todos los medios, sean deportivos o no.
